sábado, 21 de abril de 2012

Carlos Cullen Las relaciones del docente con el conocimiento 1- Huellas, espejos y señales o desde dónde enseñar en tiempo de escepticismo. Relaciones de docente con el conocimiento, hay dos aclaraciones con respecto a esto: - esta relación incluye dimensiones psicológicas y sociales, epistemológicas y políticas. - Cuando se acepta esta complejidad, se puede defender la posibilidad de una transformación educativa, sin una revisión de éstas relaciones del docente con el conocimiento. La docencia y su función social es enseñar para que otros aprendan lo que –sin estas enseñanzas- no podrían aprender. Cuando hablamos de quienes matan la forma educativa, son aquellos que acusan a la docencia de resistir al cambio y no ponen las condiciones necesarias para que este cambio se dé. Se propone reflexionar sobre las relaciones del docente con el conocimiento, sin pretender hacer diagnósticos ni evaluaciones. Se debe hablar de huellas, espejos y señales: HUELLAS: porque las relaciones de docente y el conocimiento son la tierra que se pisa, las marcas que se dejan. ESPEJOS: las relaciones docente- conocimiento tiene que ver en trasformar la “imagen” la curiosidad del niño o en tarea “útil” la fantasía del adolescente. SEÑALES: las relaciones del docente con el conocimiento tienen que ver con los nombres y con los signos. Ambas relaciones deben revisar algunos supuestos: Platonismo: No hay un mundo de ideas que hayan fijado el sentido de las cosas, No podemos relacionarnos con el conocimiento desde el supuesto de las ideas esenciales. Iluminismo: Si la realidad no es el “sol”, no nos ilusionemos que nuestra mente sea “el espejo”; no hay mente para garantizar criterios de verdad y decir cuales son ciertos y cuales no. El desafío mayor de éstas relaciones es el “como quedamos “cuando nos animamos a revisar el autoritarismo dogmático, como la soberbia iluminista. Debemos aprender a relacionarnos sin éstas ilusiones. Enseñamos en tiempos de desocupación, de incertidumbre para que el conocimiento, nos oriente, nos permita trasformar la realidad, podamos construir subjetividades solidarias y felices. Nos referimos a la relación docente-conocimiento con tres metáforas: huellas, espejos y señales. Y hablamos de tres actitudes: El dogmatismo: aceptar supuestas verdades esenciales. - nos hacen creer que enseñamos un camino posible hacia la verdad, marcando las huellas a seguir. El iluminismo: trata de descontextualizar ilusoriamente usos de la razón. - nos hacen creer que enseñamos la superficie donde la verdad puede reflejarse con certeza (espejos) El escepticismo: mantenerse indiferentes frente a la verdad y certeza. - nos hace descreer de nuestra propia enseñanza, dando la señal para que los alumnos, sin memorias, no tengan por donde caminar, ni donde mirarse. Debemos saber que se enseña y se aprende con otros y de los otros. 2- Para que enseñar en tiempos de pragmatismo. En el punto anterior la relación docente-conocimiento se refería desde dónde y el cómo, ahora se propone el “para qué” los docentes nos relacionamos con el conocimiento. Educar es “socializar mediante el conocimiento, es producir, ocupar, arreglar, mediante el conocimiento es de espacios sociales. Los docentes nos relacionamos con el conocimiento para enseñarlo. Enseñar es una exigencia de relacionarnos con sus fines: buscar la verdad, resolver problemas, saber qué hacer. Esta forma de relacionarse se la llama “pública”, por lo tanto los docentes nos relacionamos con el conocimiento para enseñarlo, es decir “publicarlo”. Relacionarse públicamente con el conocimiento significa, que el conocimiento no es sólo para mí ni para algunos, es para todos, sin restricciones “naturales” o “educativos”. Esto tiene que ver con la construcción de espacios sociales, comunes, abiertos. EN TORNO AL ÁGORA. Que el conocimiento sea enseñable significa que abandonemos la caverna de las sombras y que podamos construir el espacio común (la plaza) donde podamos discutir y argumentar en torno al bien, la verdad. Enseñamos para saber vivir en el ágora. EN TORNO AL MERCADO. El mundo moderno se caracteriza porque intenta liberar la enseñabilidad del conocimiento, del presunto saber de las diversas causas naturales. La razón depende del buen uso y no ya del mero deseo natural. Relacionarse con el conocimiento es relacionarse críticamente con el deseo de saber. La revolución copernicana consiste en regular el conocimiento, el fundamento y que hay que buscarlo ahora en el sujeto y no en las cosas. “En la teoría”: no se trata de contemplar la verdad de las cosas, se trata de construir progresivamente un orden racional. “En la técnica”: no se trata de limitar la producción al uso natural, se trata de apropiarnos del valor de cambio de los productos. “En la ética”: no se trata de buscar naturalmente la felicidad, se trata de obligarnos moralmente a la construcción de una sociedad más justa, desde la sola ley de la razón misma. En éste contexto, el de la ciencia físico-matemático, el de la economía de mercado y en la de los nuevos estados democráticos, donde nace la escuela moderna. El maestro, cuya función es enseñar a conectarse críticamente con el deseo de saber. A ésta relación critica con el deseo de saber, a ésta legitimación de los usos de la razón, a este trabajo del sujeto cuando construye objetos, obedecen moralmente a la sola ley de la razón, es la que los modernos llaman uso público de la razón. Su única condición: el buen uso de la razón. Su único supuesto: la razón única, no depende de la experiencia (porque es pura), ni del lenguaje (porque es libre juego de imaginación), ni de la naturaleza (porque es libre). Antiguamente la publicidad del conocimiento se basaba en su carácter estrictamente metafísico: el conocimiento por las causas o los principios eran un conocimiento de la universalidad esencial, Modernamente, la publicidad del conocimiento se basaba en su estricto carácter trascendental: la universibilidad y la necesidad. La autoridad del maestro para enseñar se basaba en la objetividad y legitimidad de lo que enseña, en lo que hace públicamente en el triple sentido de universal, crítica y justo. DE AUTOPISTAS Se habla de la sociedad global como una sociedad del conocimiento, entonces relacionarnos hoy públicamente con el conocimiento y así poder enseñarlo, significa porque lo global no es lo público. - primero porque excluye. - Segundo porque confunde enseñabilidad del conocimiento con disponibilidad informática. - Tercero porque confunde uso público de la razón con opinión, casi con publicidad. Algo está pasando en nuestra relación con el conocimiento. Tenemos dificultades en conectarnos con el deseo de saber. • relacionarnos con el conocimiento, para construir el espacio social del ágora es legitimar una jerarquía natural que divide a los libres (que son los ciudadanos) con los esclavos (que son los excluidos de las plazas), los varones que se ocupan de lo público y las mujeres que se ocupan de lo privado. • Relacionarnos con el conocimiento para construir el espacio social del mercado, es legitimar una jerarquía social controlada, (que divide a los dueños de los medios de producción). • Relacionarnos con el conocimiento para construir el espacio social de la autopista nos hace confundir. La libre circulación de la información, no sostenida ni por la temporalidad lineal del discurso, ni por la temporalidad acumulada del capital, sino por la temporalidad simultanea de los soportes electrónicos. No creemos que lo público sea el ágora de la polis hegemónica, ni el mercado de las naciones ricas, ni las autopistas de la sociedad global. Porque ellos excluyen, ocultan, legitiman injusticias y sencillamente mienten. Se trata de una lucha por el reconocimiento, es ser reconocidos como deseo de aprender y como poder de enseñar. Lo público emerge solamente en la lucha por el reconocimiento entre el deseo de aprender, que nos conecta con la singularidad y la diferencia de la vida, y el poder de enseñar, que nos conecta con lo universal y lo común de la vida. Debemos colocarnos en otro lugar y en otro tiempo, justamente, el del otro, que cuestiona las ilusiones metafísicas que tienden a naturalizar el deseo del saber, y las ilusiones iluministas que tienden a naturalizar el poder de enseñar. Se trata de relacionarse con el conocimiento como pensamiento crítico. La escuela es el modelo más elevado de la vida social, porque es el espacio de lo público.